Solidaridad como Enfoque Global
¿POR QUÉ EDUCAR EN Y HACIA LA SOLIDARIDAD?
Los maristas nacimos de una experiencia solidaria, es una de las primeras expresiones que escuchamos al llegar a la comunidad marista. Aquella que tuvo el P. Marcelino Champagnat en el encuentro con el joven moribundo Juan Montagne y la cual le inspiró para fundar los Hermanitos de María.
Desde entonces, a más de 200 años, hermanos, laicos y laicas en todo el mundo seguimos siendo invitados a ser Champagnat hoy para las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, en especial para aquellos que viven situaciones de mayor vulnerabilidad, así como para contribuir desde la educación, a formar Buenos Cristianos y Virtuosos Ciudadanos.
En el mensaje del XXII Capítulo General del Instituto de los Hermanos Maristas en 2017, este llamado al compromiso se reafirma:
Como familia carismática global estamos llamados a ser… faros de esperanza en este mundo turbulento… ser rostro y manos de tu tierna misericordia … ser constructores de puentes… caminar con los niños y jóvenes marginados de la vida… responder audazmente a las necesidades emergentes.
El Papa Francisco, en el Pacto Educativo Global hace un llamado a educar para la solidaridad. Él mismo, en su mensaje durante la Jornada Internacional del Voluntariado, nos invita con claridad a asumir la solidaridad como “un modo de hacer la historia CON los pobres, evitando presuntas obras altruistas que reducen al otro a la pasividad”. Por otra parte, los Obispos reunidos en Aparecida afirman que “de nuestra FE en Cristo brota la solidaridad como actitud permanente de encuentro, hermandad y servicio, que ha de manifestarse en opciones y gestos visibles, principalmente en la DEFENSA de la vida y de los derechos de los más vulnerables y excluidos.” (No. 395).
Las realidades que vivimos hoy a nivel social, económico, político y sanitario, en México y en el mundo apremian. ¡Como maristas no queremos quedarnos indiferentes! De ahí que para nosotros, educar en y para la solidaridad se traduce también en formar EN CIUDADANÍA, como principio ético, lo cual implica comprometernos en la formación, promoción, garantía y defensa de los derechos humanos; en especial, de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes (NNAJ) más vulnerados. En la escuela marista se aprenden derechos ejerciéndolos.
En suma, desde el legado marista, el llamado de la Iglesia y la exigencia ética social, los maristas de México Central optamos por promover ambientes educativos en donde la cultura del cuidado de la persona, de los otros, de la comunidad y de la naturaleza estén al centro; en donde las niñas, niños, adolescentes y jóvenes construyan y den sentido a sus vidas, abriéndose a la solidaridad y al compromiso, dejando de lado el individualismo y la exclusión.
I. ¿QUÉ ES?
La solidaridad “…es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos”. Juan Pablo II.
Es una conjunción de tres actos de manera simultánea: percibirse junto a los demás; comprometerse como corresponsable de una misma comunidad humana y actuar poniéndose al servicio de los demás y por ende, del bien común.
Es una determinación permanente por modificar las condiciones estructurales que provocan injusticia social entre las personas y que no se limita a una sola acción directa”.
¿QUÉ ES LA SOLIDARIDAD TRANSFORMADORA?
A fin de orientar nuestra tarea de educar en y para la solidaridad, distinguimos cuatro modelos: Pre-solidario, asistencial, promocional y transformacional.
Los educadores maristas establecemos procesos que desarrollan capacidades-habilidades y valores-actitudes que permitan avanzar progresivamente hacia una solidaridad transformadora.
II. ¿QUÉ NO ES?
- “Un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas…” Juan Pablo II
- Ofrecer a alguien lo que me sobra.
- Dar, regalar o donar para tranquilizar la conciencia propia y sentirse bien.
III. ¿QUÉ HACER?
“La solidaridad es un modo de hacer historia CON los pobres, evitando presuntas obras altruistas que reducen al otro a la pasividad”. (Papa Francisco. Jornada Internacional de Voluntariado).
A. COMO ADULTOS Y EDUCADORES
- Revisar, resignificar:
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- Desde lo personal, ¿cómo entiendo la solidaridad?, ¿Qué tanto “veo en el otro más que a un necesitado a una persona” igual a mí, pero con una historia diferente?, ¿Cómo puedo avanzar en mi propio proceso para ser una persona más solidaria?
- Desde la escuela ¿Cuál es la visión que se tiene de solidaridad? ¿Vinculamos este tema con nuestra esencia marista?, ¿Conocemos los diferentes modelos o niveles de solidaridad?, ¿En qué modelo estamos y cuál propiciamos entre la comunidad educativa?
- Informarnos y formarnos de manera continua:
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- Sobre la solidaridad y los diferentes niveles en los que puede presentarse.
- Respecto a las metodologías y acciones que existen para formar en y para la solidaridad.
- Sobre la manera de incorporar los diferentes enfoques maristas que consolidan la formación en y para una solidaridad transformadora.
B. COMO INSTITUCIÓN EDUCATIVA
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- Asumir el compromiso de educar en y para la solidaridad utilizando como medio tanto el currículo académico como los diversos proyectos co-curriculares.
- Impulsar la implementación de los ejes transversales Maristas en la Institución.
- Implementar y en su caso, impulsar los programas solidarios establecidos en la provincia: GEM, Inclusión, Buen Vivir, Jóvenes por el Servicio, Aprendizaje y Servicio Solidario.
- Resignificar el quehacer educativo y evangelizador incorporando el enfoque de solidaridad en los proyectos y expresiones de PJM, Catequesis, Educación, Espiritualidad, entre otras.
- Asegurar la operación de las Políticas de Protección a la Infancia y del Cuidado de las Personas establecidas a nivel provincial.
- Implementar y articular los programas de solidaridad progresivos, graduales e intencionados que abarquen desde acciones asistenciales de emergencias hasta procesos de transformación: campañas de solidaridad, misiones, servicio social, voluntariado local, colaboraciones con organismos, etc. y con ello identificarnos como “obras educativas solidarias”.
IV. ¿QUÉ EVITAR?
- Querer hacer “algo” por el “necesitado”, suponiendo o adivinando lo que la persona necesita. Hay que preguntar siempre a las personas involucradas desde un diálogo horizontal.
- Presentarse como “salvadores” de otros considerándolos poco capaces de resolver sus situaciones problemáticas. Hay que dialogar para generar alianzas horizontales en donde ambas partes se involucren de manera activa.
- Movilizar a las y los estudiantes para dar solución a “problemas de otros”, sin generar un proceso educativo en ellos.
- Ser una institución marista sin procesos de educación en y para la solidaridad. El desarrollo de la empatía es la base de la compasión y de la solidaridad. Esta se fortalece gracias a las experiencias que se generan desde edades tempranas.
V. ¿CÓMO POTENCIARLO Y CÓMO LLEVARLO A LA PRÁCTICA?
Ante todo, somos escuela y educadores, en este marco, en toda acción de solidaridad debemos garantizar el desarrollo de habilidades, valores-actitudes y competencias que ayuden a que el desarrollo pleno de la persona tenga como horizonte el bien común. Algunas pautas son:
A. A NIVEL PERSONAL:
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- Sé sensible y toma conciencia de los gritos y necesidades de las personas de tu contexto, en especial de las más vulneradas.
- Identifica el tipo de solidaridad que vives y avanza hacia acciones más transformadoras.
- Suma tus manos a acciones, colectivos u organizaciones que trabajen sistemáticamente en iniciativas o proyectos solidarios.
B. A NIVEL DE CLASES Y PROCESOS DE APRENDIZAJE:
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- Vincula las problemáticas del entorno a los procesos de aprendizaje, promoviendo climas de expresión y escucha, que favorezcan la toma de conciencia respecto a necesidades de las personas y los derechos que son vulnerados.
- Incorpora en la planeación de tus asignaturas experiencias significativas de encuentro con personas, grupos u organizaciones que viven o trabajan situaciones de vulnerabilidad.
- Desarrolla algún proyecto a partir de la metodología de Aprendizaje y Servicio Solidario o bien desde otras metodologías activas y colaborativas que pueden promover la transformación de realidades sociales y del medio ambiente: Design for Change, Aprendizaje Basado en Proyectos, Aprendizaje Basado en Retos y Aprendizaje Situado.
- Vincula los demás enfoques transversales maristas a tu práctica educativa. Todos ellos abonan a consolidar una solidaridad transformadora.
C. A NIVEL INSTITUCIONAL:
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- Asegura que el Consejo Directivo nombre por lo menos a una persona para desempeñarse como responsable y enlace de solidaridad.
- Propicia y participa en espacios de formación que consoliden una escuela que educa en y para la solidaridad.
- Revisa y en su caso ajusta las políticas y normativas institucionales de acuerdo a las propuestas de los diversos enfoques transversales maristas: Derechos, Protagonismo, Buen Vivir e Inclusión.
- Favorece entre la comunidad educativa la empatía y reflexión sobre las realidades que afectan a las personas del entorno (cercanas) y más allá del entorno (lejanas) y, con ello, los valores de fraternidad y solidaridad, respectivamente.
- Institucionaliza acciones y proyectos solidarios para que la comunidad educativa los asuma como una opción que involucre a todos.
- Pon nombre y rostro a las acciones y campañas de solidaridad locales o provinciales, asegurando un espacio de sensibilización para que la comunidad conozca “la causa” a la que se va a apoyar y así “humanizar” toda acción.
D. A NIVEL INSTITUCIONAL:
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- Participa personal o institucionalmente con organizaciones que están atendiendo a poblaciones cuyos derechos no son garantizados: asilos, albergues, hospitales, etc.
- Súmate a redes de colaboración que trabajen aspectos relacionados con la promoción humana en particular desde los temas de los enfoques transversales maristas.
- Crea espacios o redes de colaboración que permitan consolidar la formación marista desde un enfoque solidario transformador.
OTROS ENFOQUES:
LOS ENFOQUES TIENEN SU RAÍZ EN LA ESPIRITUALIDAD MARISTA